lunes, 27 de agosto de 2007

Oratoria. Unidad V: Temor al hablar en público

Una de las grandes vallas que debe sortear todo orador es precisamente el temor a hablar en público. Los autores y tratadistas aseguran que esta suerte de pánico escénico es el responsable de los siguientes fenómenos somáticos y sicológicos que puede llegar a experimentar el orador: -Parálisis temporal de la lengua. -Sequedad de boca y garganta. -Transpiración. -Movimientos torpes del cuerpo (brazos y piernas). -Traba la articulación y la voz. -Estado de la mente en blanco. Quienes identifican estos estados, del mismo modo, nos señalan ciertas pautas y caminos a seguir para superar tales inconvenientes. Primero que todo es preciso tener en cuenta ciertas cosas: es un fenómeno común en casi todos los oradores. Para el recordado senador de la Roma antigua Cicerón, quien no sentía miedo era un caso raro casi de aquellos que se dan uno entre decenas de miles. Otro autor, compara la sensación de hablar frente a otros con la sensación que pudiésemos experimentar si acaso ponemos un pie sobre un reptil. Es hora de hacer una aclaración. Hay poquísimos casos en los cuales este miedo corresponde a una forma patológica que se conoce como miedo morboso u obsesivo. Lo padecen muy pocas personas, es un estado enfermizo y, por tanto, es materia ya de disciplinas como la sicología y la psiquiatría. Pero como el 99% es un miedo normal, entonces podemos dar fe y asegurar que va a desaparecer a poco de comenzar a hablar. El eximio orador y parlamentario francés Arístides Briand admite que antes de ser el insigne orador que es “me pasaba de todo. Pero me duraba durante la introducción. Debemos ser dueños de nosotros”, sostiene Arístides Briand, quien dictó un axioma que se parece a una regla: “Tener miedo antes de hablar y perderlo cuando se habla es la marca del buen artista”.

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